La IA de Google gana una medalla de oro en la competición de programación más prestigiosa del mundo

 Una versión especializada de la inteligencia artificial Gemini ha competido contra los mejores programadores universitarios del planeta en las finales mundiales de la ICPC.



Durante casi medio siglo, el Concurso Internacional de Programación Universitaria (ICPC, por sus siglas en inglés) ha sido el campo de batalla definitivo para las mentes más brillantes de la informática. Equipos de tres estudiantes de élite, representando a las mejores universidades del mundo, se enfrentan a un desafío brutal de cinco horas con un solo ordenador y una docena de problemas algorítmicos tan complejos que la mayoría de los programadores profesionales serían incapaces de resolver.

Este año, en una edición histórica celebrado en Astana, Kazajistán, una IA se ha unido a la competición. Se trata de una versión especializada de Gemini, la inteligencia artificial de Google. Ha competido en la categoría de exhibición pero resolviendo los mismos problemas bajo las mismas estrictas condiciones de tiempo. Y la IA no solo ha participado, sino que ha triunfado. Al resolver 10 de los 12 problemas propuestos (incluyendo uno que ningún otro equipo fue capaz de resolver), su rendimiento su rendimiento es comparable al de los medallistas de oro, un logro que hasta ahora estaba reservado exclusivamente para la mente humana.

resultado representa mucho más que una simple victoria. Es una demostración tangible de que la inteligencia artificial está trascendiendo la mera generación de código para adentrarse en el terreno del razonamiento lógico. De la misma manera que la victoria de AlphaGo sobre el campeón de Go, Lee Sedol, demostró la maestría de la IA en la intuición estratégica, la medalla de oro de Gemini en la ICPC marca el comienzo de una nueva era en la creación y resolución de problemas de software.

Para comprender la magnitud de este logro, es crucial entender la naturaleza de la ICPC. No se trata de una prueba de velocidad de escritura de código, sino de resolución de problemas abstractos. Los enunciados a menudo se presentan como historias o acertijos que deben ser traducidos a un modelo matemático y luego implementados en un código eficiente y sin errores. La colaboración es clave, ya que los tres miembros del equipo deben compartir un único ordenador, decidiendo qué problema abordar, quién programa y quién trabaja en la solución del siguiente problema.

El equipo de Google DeepMind diseñó una interfaz para que Gemini pudiera competir en condiciones análogas. La IA recibía los problemas en formato de texto, tal y como se les entregan a los humanos. A partir de ahí, debía analizar el enunciado, diseñar un algoritmo, escribir el código en lenguaje C++ y enviarlo a un sistema de jueces automatizado que lo validaba. El resultado, que la sitúa al nivel del cuarto mejor equipo humano del mundo, es asombroso porque demuestra una capacidad de comprensión y creatividad que va mucho más allá de los modelos de autocompletado de código como GitHub Copilot.

Esta versión de Gemini es la heredera espiritual de AlphaCode, un proyecto anterior de Google que ya había mostrado un rendimiento prometedor en competiciones de programación. Sin embargo, Gemini ha superado todas las expectativas, demostrando una mejora de varios órdenes de magnitud en su capacidad para entender problemas complejos y generar soluciones correctas desde el primer intento.

Como ocurrió con AlphaGo, el éxito de Gemini plantea preguntas existenciales sobre el futuro de la programación. Si una IA puede superar a los mejores talentos humanos en la resolución de problemas algorítmicos, ¿qué papel queda para los desarrolladores de software?

Desde Google, la respuesta es clara. Ven la IA es una herramienta para aumentar, no para reemplazar. El equipo comparó el logro con la invención de la calculadora, que no eliminó a los matemáticos, sino que les permitió abordar problemas de mayor complejidad. La visión de la compañía es que esta tecnología se convertirá en un copiloto indispensable para los programadores, un colaborador capaz de sugerir arquitecturas de código, identificar errores antes de que ocurran y optimizar sistemas complejos en una fracción del tiempo que le llevaría a un humano.

Los expertos señalan además que las habilidades demostradas en la ICPC son solo una faceta del trabajo de un desarrollador de software. La IA, por muy avanzada que sea, todavía carece de la capacidad de entender las necesidades ambiguas de un cliente o gestionar los aspectos sociales y éticos del desarrollo tecnológico.

Sin embargo, muchos creen que la tecnología tendrá un impacto importante en la forma en la que se enseña a programar. Deberá adaptarse a un mundo donde una IA puede proporcionar soluciones válidas en segundos.


Fuente; Elmundo.es

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