El pilar del viento al fin entra en combate… y su voz también
Durante años, Tomokazu Seki —la voz de Sanemi Shinazugawa en Kimetsu no Yaiba— vivió en una especie de limbo profesional: era parte de uno de los animes más vistos del planeta, pero sin sentir realmente que participaba. Su personaje aparecía en reuniones formales, discutía con otros pilares y ponía caras de pocos amigos. Pero acción, lo que se dice acción, nada.
Eso cambió con el estreno del especial editado del Arco de Entrenamiento de los Pilares, donde Sanemi, el feroz Pilar del Viento, se une al taciturno Obanai Iguro en una secuencia original del anime —es decir, no presente en el manga— que los muestra luchando juntos contra demonios. Una escena celebrada por los fans, pero aún más por Seki, quien por fin pudo hacer lo que llevaba años esperando: gritar técnicas respiratorias a todo pulmón.
Respirar como un Hashira: un sueño postergado
“Hasta ahora, mi papel se limitaba a reuniones entre pilares y diálogos con el líder del Cuerpo de Exterminio de Demonios”, explica Seki entre risas. “Así que cuando me decían ‘¡Te vi en Kimetsu!’, yo pensaba: bueno… técnicamente, sí”.
La escena de batalla junto a Obanai marca un antes y un después. “Finalmente pude hacer lo más característico de Kimetsu no Yaiba: usar la Respiración Total Concentrada para derrotar demonios”, celebra el actor.
Y no lo dice a la ligera. Cuando vio en el guion las palabras “Kaze no Kokyū” (Respiración del Viento), su reacción fue de euforia contenida. “¡Por fin me lo permitieron! Fue como quitarme un peso de encima”, cuenta. De hecho, terminó repitiendo la frase tres veces seguidas durante la grabación, como quien expulsa de golpe todo lo que llevaba reprimido.
“Demonios, demonios y más demonios”: la psicología de Sanemi
Interpretar a Sanemi exige algo más que técnica vocal: demanda comprender a un hombre que vive, come y respira obsesionado por una sola cosa. “Desde el principio me enfoqué en pensar solo en demonios”, explica Seki. “Todo lo demás está de más: sentimientos, dudas, diplomacia... si no sirve para matar demonios, no le interesa”.
Este enfoque obsesivo no solo da forma al personaje, sino también al método de Seki como actor. “Decidí no indagar demasiado en su pasado. Preferí reaccionar escena a escena, como lo haría alguien que ha cerrado su corazón y solo actúa en el momento”. Es, en cierta forma, una actuación emocionalmente contenida… para un personaje emocionalmente desbordado.
Una voz que también es fan
Pese a su profesionalismo, Seki no deja de ser fan del anime. Durante las grabaciones compartidas con los protagonistas, se emocionó como cualquier espectador. “Escuchar en vivo a Tanjiro, Zenitsu e Inosuke me hizo sentir que estaba dentro de la historia de verdad. Fue un momento raro y bonito a la vez”.
Esa dualidad —estar y no estar, ser fan y actor, observar desde dentro— le dio una nueva dimensión a su trabajo. Porque si algo ha enseñado Kimetsu no Yaiba, es que hasta los personajes más duros esconden historias que necesitan tiempo (y sangre) para revelarse.
La paradoja de Sanemi: brutal, pero humano
Sanemi comenzó su recorrido como un personaje antipático. Su agresión a Nezuko lo convirtió, para muchos, en el tipo que odiaríamos con gusto. Pero con el paso de los episodios —y especialmente tras el Arco de la Aldea de los Herreros— ha emergido una figura más compleja: un hombre marcado por la tragedia, atrapado en una ira que es más cicatriz que elección.
“Yo no creo que Sanemi haya cambiado”, afirma Seki. “Más bien, ahora tenemos más piezas de su historia. Desde fuera puede parecer salvaje, pero cuando uno entiende lo que ha vivido, todo encaja. Es un buen ejemplo de por qué no se puede juzgar solo por las apariencias”.
En efecto, Kimetsu no Yaiba ha hecho de sus antagonistas más hoscos una galería de redenciones diferidas. Sanemi no pide perdón, no se quiebra, no da discursos. Pero ahí, en su furia, también hay una forma de ternura. Una ternura afilada como su katana.
Rumbo al Castillo infinito: la guerra final se aproxima
Mientras los fans aún digieren el estreno del arco del entrenamiento, los ojos ya están puestos en el futuro cercano. El 18 de julio se estrena Kimetsu no Yaiba: Arco del Castillo Infinito, una trilogía cinematográfica que promete llevar la historia al límite. Un palacio cambiante, combates definitivos, y un final que huele a tragedia.
¿Sanemi tendrá su gran momento de redención? ¿O caerá como vivió, gritando “¡demonios!” hasta el último aliento? Lo único seguro es que, en esta historia donde la muerte es rutina y la belleza convive con la violencia, cada respiración cuenta. Y algunas, como la del Pilar del Viento, soplan con más fuerza que nunca.