Doom: The Dark Ages — Cuando el infierno se puso medieval


El pasado 15 de mayo, Bethesda decidió que si algo le faltaba al apocalipsis era un toque de Edad Media. Así nació Doom: The Dark Ages, una precuela que traslada al implacable Doom Slayer desde sus hazañas futuristas a un universo donde el acero chirría, los castillos huelen a óxido y los demonios siguen siendo igual de insistentes.

Porque si ya era complicado sobrevivir al infierno armado con escopetas y lanzacohetes, imaginen hacerlo envuelto en una armadura que no entiende de USBs. Pero ahí está él: el Slayer, como un caballero demente surgido de una pesadilla heavy metal, enfrentándose a las hordas infernales con un escudo que también es una sierra —sí, leyeron bien— y un arsenal que parece sacado de una orgía entre herreros y tecnomagos.

Un héroe con callos medievales

En esta nueva entrega, encarnamos al Doom Slayer en su fase formativa. Antes de convertirse en mito, fue carne, músculo y furia contenida. Ahora, entre abadías corrompidas y fortalezas mecánicas, blande nuevas armas que huelen a herrumbre y destrucción: un mangual de cadena, una maza de hierro y un guantelete electrificado que haría sonrojar a Thor.

El combate, aunque conserva su frenesí característico, se vuelve más táctico. Menos “aprieta el gatillo y corre”, y más “bloquea, desvía y luego haz trizas con elegancia”. La joya del sistema es la mecánica de parry, esa danza cruel en la que desviamos el golpe enemigo con precisión quirúrgica y devolvemos el favor con brutalidad artística. Como si Dark Souls se hubiera tomado tres cafés y luego se hubiese inscrito en una rave marcial.

Dragones, mechas y secretos entre ruinas

Pero no todo es masacrar con estilo. También hay tiempo para la exploración —o, mejor dicho, para perderse entre ruinas góticas donde cada rincón esconde un secreto o una emboscada. El juego se despliega en 22 niveles que alternan lo lineal con lo abierto, permitiendo al jugador dejar de correr un momento y preguntarse: ¿Qué demonios pasó aquí antes de que yo llegara?

La respuesta, a veces, llega cabalgando sobre un dragón cibernético o piloteando al Atlan, un mecha gigante que hace que las espadas parezcan mondadientes. Porque, claro, si vas a enfrentarte al infierno, que sea con espectáculo.

La leyenda antes del mito

Por primera vez en mucho tiempo, Doom se detiene a mirar al Slayer no solo como máquina de matar, sino como criatura trágica. Esta entrega le da voz al silencio, carne al símbolo. Nos muestra sus motivaciones, su rabia ancestral, su humanidad triturada por siglos de guerra. Es como si Hércules contara su historia en primera persona... mientras arranca la cabeza a un súcubo.

La narrativa no interrumpe: acompaña. No estorba: intensifica. Y aunque seguimos siendo los dueños de la escabechina, ahora hay un porqué más allá del instinto: una causa, un recuerdo, una furia con raíces.

Disponible donde la épica no descansa

Doom: The Dark Ages está disponible para PlayStation 5, Xbox Series X|S y PC, y desde el primer día, como quien no quiere la cosa, también en el catálogo de Xbox Game Pass. Una apuesta segura para los que quieren sangre, gloria y una historia que no solo se juega, sino que se siente.

Con esta entrega, id Software y Bethesda no solo han reavivado la franquicia. La han coronado con una corona de hierro y fuego. Porque sí: el Slayer ahora tiene pasado. Y qué pasado.

Fuente: Expansión

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