El BoJ inicia su reunión mensual con expectativas de mantenimiento mientras evalúa riesgos

La entidad crediticia japonesa, que publicará sus conclusiones el martes, optaría nuevamente por el inmovilismo en su primera reunión de 2024, a la espera del desarrollo de las negociaciones salariales que arrancan esta semana, y en medio del aumento del coste de vida en el archipiélago por el continuo aumento de la inflación.

Al término del encuentro, el BoJ publicará además su informe trimestral de previsiones económicas.

Los precios subieron en Japón un 3,1 % en 2023 y el ritmo de avance se mantenía hasta el pasado diciembre por encima del objetivo del 2 % del banco central japonés, por vigésimo primer mes seguido, por el notable encarecimiento de la alimentación, una tendencia que mantiene vivas las expectativas de un cambio de política monetaria.

Muchos analistas creen que este viraje podría llegar hacia la primavera, aunque consideran que, por el momento, el BoJ optará por mantener sus tipos de referencia ultrabajos, que incluye una tasa a corto plazo del -0,1 %, mientras permite que el rendimiento del bono a diez años fluctúe en torno al 1 %.

El BoJ viene mostrándose reticente a alterar su política monetaria pese a que el país lleva casi dos años superando su meta inflacionaria, porque considera que las condiciones laborales, entre otros factos, no son todavía las adecuados para mantener este ritmo de forma estable y sostenible.

El crecimiento salarial es precisamente un factor que el BoJ considera crítico en su decisión de reducir sus estímulos y el reciente terremoto en la península de Noto, del que aún se está evaluado su impacto económico, es un nuevo riesgo a tener en cuenta.

Poner fin a las tasas negativas, que el país adoptó en 2016, sería un importante punto de inflexión para el BoJ, que ha venido optando por ser el rebelde entre los bancos centrales más influyentes a nivel global, entre ellos los de Estados Unidos y Europa, que acometieron importantes subidas de tipos para tratar de atajar el elevado y persistente crecimiento de la inflación.

Esta divergencia de políticas ha provocado un debilitamiento del yen frente a otras divisas, lo que ha venido ejerciendo presión sobre el crecimiento económico del país asiático, altamente dependiente de la importación de recursos, y un elemento también a tener en consideración para futuras decisiones.



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